Me habría gustado no hablarte de esto y confío y sueño con que, cuando tu puedas leer este blog dentro de unos años, te resulte una historia pasada.
Voy a hablarte de ETA. Mi primer recuerdo de ella se remonta a cuando yo tenía 8 años. Viajaba a Madrid con la monja profesora de música a examinarme de 1º de solfeo. Escuché algo sobre que una cosa llamada ETA había matado a alguien. Con ocho años la vida es una aventura maravillosa llena de golosinas y ratos de juego con los niños del barrio y del colegio. La muerte no cabe. Sin embargo a esa edad todos los sentidos están abiertos a la curiosidad y al conocimiento. Algo fuera de lo normal debí percibir en mi profe de música al comentar aquella noticia para que se quedara en mí grabada.
He vivido con ETA toda mi vida. Hubo una época, la de los años 70 y 80 en que casi cada día me desayunaba con la noticia de algún atentado. Son cientos de muertos.
Y aquí estoy, casi cincuenta años después, y sigo teniendo que desayunar con el último atentado. Dos hombres jóvenes, de la edad de tu padre, han sido asesinados por esa cosa, ETA.
Ya soy incápaz de entender que buscan. Ya no puedo pensar en Euskadi, antes País Vasco, antes región de Las Vascongadas, sin sentir una enorme tristeza. ¿Quo vadis Euskadi?. Debe ser muy duro para los ciudadanos de bien de esa tierra asumir que entre ellos hay una panda de asesinos con los que no pueden acabar.
Ya tres generaciones de ETA. ¿Como puede mantenerse el odio tanto tiempo? Los asesinos de ahora son de la edad de tus padres, no tienen nada que ver con los primeros integrantes de ETA. No han vivido lo mismo, no han sentido lo mismo, pero siguen matando lo mismo.
¿Que quieren? a mis ocho años existía una dictadura. Hoy hay democracia, autonomías, estamos en Europa..........¿que quieren?
Querido nieto, espero que antes de que cumplas ocho años consigamos terminar con esa maldición que nos ha caído en este país. No quiero que tu tengas que desayunar con atentados y muertos de ETA. Pero no lo sé.
50 años. Para mí toda una vida. Para ETA solo la muerte. Que pena.
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