Cuando tu abuela era muy pequeña la chica (hoy empleada de hogar) que estaba en casa nos contaba un cuento terrorífico que aún hoy o tal vez más que ayer, me produce pesadillas y verdadera ansiedad. A mi y a todos mis hermanos. No te lo voy a contar nunca porque bastante miedo dan ya los cuentos clásicos como Pulgarcito o Caperucita Roja de los que temo no te librarás. En el primero un padre desalmado deja a sus hijos abandonados en el bosque y en el segundo un lobo se come a la abuela. Por muy obra literaria de Perrault o de Andersen o de los hermanos Grimm que sean, no entiendo que se les considere cuentos para niños. Pero es solo la opinión de tu abuela y por eso tampoco te los contaré nunca.
Naturalmente siempre que estábamos asustados la bis nos repetía que solo eran cuentos, que eso no era real y que en casa ni había sacamantecas, ni mi padre nos iba a abandonar en el Pinarillo o en Tejadilla, ni los lobos hablaban y comían abuelas, ni nada de nada.
Y yo la creía y me dormía tranquila. Pero con el tiempo descubrí tres fenómenos que se reproducen en todos los hogares y que a tu abuela le parecen obra de espíritus o, cuando menos, fenómenos paranormales.
El primero es la desaparición sistemática y durante toda la vida de los calcetines. Tu echas la pareja en el cesto de la ropa sucia, pones la lavadora y en el cesto no queda ninguna pieza. Pues cuando sacas la ropa y la tiendes para secar siempre falta alguno. Y miras en el filtro de la lavadora, y en el suelo por si se te ha caído. Y no. No esta. ¿Donde van los calcetines? ¿Será el Gato con Botas que los necesita y se los lleva? ¿O La Sirenita que ,como ahora tiene piernas, se le quedan los pies fríos? ¿Y por qué no se lleva los dos?
Todo lo contrario ocurre con las llaves. Las llaves se multiplican. Realmente solo usas un llavero con las de casa y, como mucho, otro con las del coche. Pues de repente un día abres un cajón y está lleno de manojos con tropecientas llaves que, además, ni coinciden con las de casa, ni con las del coche, ni con ninguna de las que utilizas habitualmente. Y empiezas a preguntar a los habitantes del hogar y ninguno sabe de quien ni de donde son esas llaves . Y piensas: " tengo que decir al de la canción que las llaves que busca no están en el fondo del mar. Están en el cajón del mueble de la entrada de mi casa".
El último fenómeno paranormal consiste en la automovilidad e invisibilidad de las tijeras. Nunca están donde las habías dejado y ,desde luego, nunca están en ninguna parte cuando las necesitas. No se si es el Sastrecillo Valiente para su negocio o el hada madrina de La Cenicienta quien , para tener a tiempo el vestido del baile, las coge. Que digo yo que podían dejarlas luego en su sitio.
No he conseguido explicarme racionalmente estas tres cosas a pesar de los años. Y no, no creo en los fenómenos paranormales. Pero haberlos, haylos.
Naturalmente siempre que estábamos asustados la bis nos repetía que solo eran cuentos, que eso no era real y que en casa ni había sacamantecas, ni mi padre nos iba a abandonar en el Pinarillo o en Tejadilla, ni los lobos hablaban y comían abuelas, ni nada de nada.
Y yo la creía y me dormía tranquila. Pero con el tiempo descubrí tres fenómenos que se reproducen en todos los hogares y que a tu abuela le parecen obra de espíritus o, cuando menos, fenómenos paranormales.
El primero es la desaparición sistemática y durante toda la vida de los calcetines. Tu echas la pareja en el cesto de la ropa sucia, pones la lavadora y en el cesto no queda ninguna pieza. Pues cuando sacas la ropa y la tiendes para secar siempre falta alguno. Y miras en el filtro de la lavadora, y en el suelo por si se te ha caído. Y no. No esta. ¿Donde van los calcetines? ¿Será el Gato con Botas que los necesita y se los lleva? ¿O La Sirenita que ,como ahora tiene piernas, se le quedan los pies fríos? ¿Y por qué no se lleva los dos?
Todo lo contrario ocurre con las llaves. Las llaves se multiplican. Realmente solo usas un llavero con las de casa y, como mucho, otro con las del coche. Pues de repente un día abres un cajón y está lleno de manojos con tropecientas llaves que, además, ni coinciden con las de casa, ni con las del coche, ni con ninguna de las que utilizas habitualmente. Y empiezas a preguntar a los habitantes del hogar y ninguno sabe de quien ni de donde son esas llaves . Y piensas: " tengo que decir al de la canción que las llaves que busca no están en el fondo del mar. Están en el cajón del mueble de la entrada de mi casa".
El último fenómeno paranormal consiste en la automovilidad e invisibilidad de las tijeras. Nunca están donde las habías dejado y ,desde luego, nunca están en ninguna parte cuando las necesitas. No se si es el Sastrecillo Valiente para su negocio o el hada madrina de La Cenicienta quien , para tener a tiempo el vestido del baile, las coge. Que digo yo que podían dejarlas luego en su sitio.
No he conseguido explicarme racionalmente estas tres cosas a pesar de los años. Y no, no creo en los fenómenos paranormales. Pero haberlos, haylos.