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16/1/11

Volar I- Aeropuerto


No me extraña que vengáis poco a ver a los abuelos. Entiendo del todo a papá y mamá cuando hacen tanta pereza para venir a casa. No creáis, a mi también me da pereza ir a veros y, cuando he ido, me da mucha mas pereza volver a mi casa.

Y es que para vernos dependemos del avión.

Recuerdo mi primer viaje aéreo. Fue a Barcelona con la tía
Auca. El aeropuerto de Barajas me pareció todo un espectáculo. Gente de un lado para otro, los aviones aterrizando y despegando...¡con deciros que las familias iban a pasar la tarde allí como ahora a los centros comerciales! Todo era amable: las azafatas con sus uniformes, la cafetería y el Restaurante, la voz de la megafonía anunciando cada vuelo.....

Y luego el avión. ¡Madre mía!. La abuela, que por aquel entonces no conocía nada que tuviera que ver con el lujo y el
glamour, estaba alucinando en colores. Caramelos al entrar en el avión, periódicos y revistas y ¡durante el vuelo merienda a la carta!. Acostumbrada a viajar en los trenes de aquel entonces y en un Seat 1500 sin aire acondicionado aquello me pareció el no va mas de la comodidad.

Pero, como todo en este mundo que nos ha tocado vivir, las cosas siempre son
susceptibles de empeorar.

Ahora viajar en avión es una pesadilla. Para empezar los aeropuertos debido al volumen de tráfico de pasajeros se han convertido en
megaedificios que tardas en recorrer media hora o más. Incluso en algunos, como en la T4 de Barajas, a veces tienes un trayecto de unos 10 minutos suplementarios en tren subterráneo.

Tu entras por la puerta de ese aeropuerto y lo primero es localizar el mostrador de facturación de tu vuelo. Miles de mostradores de miles de compañías todos iguales. Y tu tirando de la maleta, que por muchas ruedas que tengan las de ahora siguen siendo
incomodísimas, y rezando para que el taxista no te haya dejado en la puerta contraria a la de tu aerolínea.

Como ahora ya casi todo el mundo viaja con billete virtual (o sea, electrónico) , salvo que lleves la tarjeta de embarque impresa desde casa, tienes que buscar el mostrador de facturación excepcional (cuando antes era el habitual) ya que la mayoría, dentro de la minoría de mostradores de tu compañía, son simplemente para recoger equipajes. Que digo yo que si es obligatorio por ley tener en casa
internet y una impresora porque casi te miran con desprecio si no llevas tu billete electrónico y tu tarjeta de embarque en la mano. Incluso hay una compañía que cobraba al pasajero una penalización de ¡40 euros!. Menos mal que, por una vez, la justicia ha funcionado y ha dicho que la aerolínea está obligada a imprimir la tarjeta de embarque sin coste alguno para el usuario.

Al fin tenemos nuestra
tarjetita y la puñetera maleta facturada. Y digo maleta porque si llevas mas de una o pesa mas de 23 Kg también pagas. Y claro, no es lo mismo viajar de finde a París con un novio/novia (que con una muda y el cepillo de dientes te sobra porque no vas a salir de la cama), que viajar con dos bebés a casa de los abuelos para pasar las navidades lo cual te obliga a llevar: ropa abundante y variada, abrigos, botas, jerseys, pijamas, baberos, los biberones, juguetes, regalos de Navidad, ropa de vestir para la cena de Nochebuena y de Nochevieja y, por supuesto, mudas y el cepillo de dientes como a París. Ah!, y a la Kika, que el capítulo mascotas es otro cuento de terror en los aviones.

En fin, liberados de nuestro equipaje el siguiente paso es el arco de seguridad. Para llegar al final de la cola de espera tienes que pasar por una especie de laberinto que montan con unas cintas. Superar una distancia de tres metros supone caminar unos cincuenta. Debe ser con el objeto fomentar el deporte . Y cuando alcanzas al último de la fila escuchas: "saquen todo de los bolsillos, fuera cinturones, joyas y relojes,
quítense los zapatos y los abrigos, saquen de los bolsos líquidos y ordenadores, la tarjeta de embarque en la mano" mientras otra persona te distribuye por filas hacia distintas mesas donde hay unas bandejas en las que tienes que poner todo eso que te has quitado/sacado. Y entonces, cuando viajas con niños como vosotros ,te entra la duda.
-Señorita ¿los niños también hay que ponerlos en las bandejas? es que no tengo manos para llevarlos
-"No señora. Al niño ahora se lo sujetan mientras
Vd. pasa el arco y luego vuelve a salir y pasa Vd. con el niño en brazos"
- Vale, y hasta que me toque el turno de pasar por el arco ¿que hago con el niño?
No hay respuesta.

Así que ahí estás tu, con la tarjeta de embarque en la boca, la bandeja que pesa un quintal en una mano que se te empieza a quedar dormida por el tiempo de espera y el niño "
apoyaó" en la cadera o, si ya camina, "amarraó con la otra mano a punto de desgajarse del cuerpo por los tirones del infante que se aburre y quiere irse.
Oye, Ley de
Murphy: el señor que está delante de siempre pita.
-¿Y este tío que es lo que no se ha quitado/sacado? te preguntas parada ante el
puñetero arco. Y el señor pasa otra vez, y otra, y ahora se le acerca un securita y empieza a pasarle un aparatito alrededor de todo su body. Y tu bandeja con tus zapatos, chaqueta, bolso, líquidos, ordenador, reloj y objetos varios perdido en el horizonte del scanner y el niño, en brazos de un Guardia Civil, gritando "mamá/abuela/papá" y el Guardia Civil con cara de circunstancias intentando calmarle.
Ahivá!, pues lo que pita es el piercing que tengo en el ombligo. Que estafa, me dijeron que era de oro.

Por fin hemos pasado el control. ¡Demonios! ya es la hora del embarque....puerta B63....corre....
- Mira, en este panel dice que hay un cambio de puerta, ahora es la C87
- Pues está en la punta contraria
Y ¡hala!, a volver por donde veníamos.

Llegas a la puerta y no hay nadie. Por no haber
habitualmente no hay ni avión. Y es que casi todos los aviones llegan demorados y eso supone retraso en tu vuelo que nadie te explica ni te notifica. ¡Como "en este aeropuerto no se dan anuncios por megafonía"!. Eso sí, repite y repite ese mensaje y el de "mantengan su equipaje vigilado y estén atentos a las pantallas", que digo yo que podía estar calladita ya que no dice nada de interés.
Y te quedas ahí, pegada a la puerta de embarque rogando a la Corte Celestial que no la vuelvan a cambiar y preguntándote por qué en la pantalla anuncian tu vuelo con su hora de salida cuando ya ha pasado media hora desde que tendría que haber salido.
Y piensas en el café que te apetecería tomar y en la revista que te gustaría comprar pero .... cualquiera se mueve de aquí si ,
supuestamente ,ya hemos despegado.

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