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27/7/11

Navegando por Cerdeña

https://youtu.be/ejSd9CrJfDM Miro las estadísticas de este blog vuestro y me sorprendo al observar que, las entradas mas leídas por gente desconocida, son las de viajes así que supongo que esta de hoy lo será porque os voy a contar nuestro penúltimo viaje de este verano. Hemos ido, de nuevo, al barco con el abuelo. A mi esto del barco ya os he dicho que no me gusta demasiado pero así es la vida familiar, que no a todos nos gusta lo mismo pero todos nos acoplamos a los gustos de los demás para disfrutar juntos. Este año tocaba Cerdeña, Córcega y Elba. Córcega nos la hemos saltado pero, a cambio, hemos visto un poco La Toscana. Después de un viaje interminable con escala en el aeropuerto de Fiumiccino (Roma), nos embarcamos en Olbia (Cerdeña). Lo de los aeropuertos de Italia es como para echarse a llorar, ¡y yo me quejaba de la T4 de Barajas!. Además de los, ya previstos, retrasos de los vuelos (debe ser una epidemia internacional como la Gripe A) en ese aeropuerto no hay aire acondicionado, los ascensores son únicos (o sea, solo hay uno para cada planta con lo que las colas para subir con maletas son incluso mas largas que las de pasar la seguridad) y los carros para equipaje cuestan ¡2€ no recuperables! ¡ menudo negocio!. Intentamos recuperar uno ofreciendo nuestro carro, que ya no necesitábamos, a otros pasajeros que si lo necesitaban por el precio de 1€, pero no tuvimos éxito. Se ve que como empresarios no servimos ¿?. Pero si el de Fiumiccino era para echarse a correr ni os cuento el de Olbia. Con deciros que vuestra silla apareció tirada (no exagero, no: tirada) en un pasillo del aeropuerto...... Afortunadamente y con dos horas de retraso llegamos al barco. Y a navegar...... No acabo yo de cogerle el punto al rollito de Costa Esmeralda. Bonita si es su costa, tiene unas playas de color turquesa espectaculares y la vegetación llega hasta el agua pero majos, vaya clima para navegar......cuando no soplan vientos del Este soplan del Oeste y, cuando no, son Nortes o Sures. Y el agua nada de calda, mas bien freda. Tampoco tiene mucho que visitar turísticamente. Todo son urbanizaciones de lujo repletas de casoplones y marinas con megayates que, sinceramente, deben ser para celebrar fiestas porque fondear cerca de la costa con esos mastodontes no es nada fácil, ¡algunos son tamaño ferry!. El número de ricachones por metro cuadrado es sorprendente. Deben veranear todos los del mundo mundial allí, entre ellos "il caballieri" Berlusconi o el Agha Kam. Así que los precios de atraques, restaurantes y tiendas van en consonancia. Por otra parte esto de los ricos riquísimos tiene su gracia. Se invitan continuamente unos a otros con lo que, la mayor parte de sus vidas, estan de okupas en los casoplones/barcos/castillos de los otros. Osea, te invito a Cerdeña en Agosto que vienen Pititín y Patatán a casa y navegaremos hasta Portofino en el barco de Chichi. Luego tu nos invitas en Septiembre a tu megacasaguay de Venecia, que es la bienal y, después, en Octubre Pititín nos ha invitado a su castillo en Austria porque da una fiesta tirolesa que va a ser la pera. Y en Diciembre nos vamos todos a la residencia de Patatán en Gstaad a esquiar. Y no dejes de ir a Marrakech el fin de año, que organiza una fiesta Chichi que va a ser el acabose. Vosotros habéis disfrutado como lo que sois, unos enanos no ricachones. En la piscina hinchable, Pablo bañándose en el mar y, sobre todo, en la barca de Julio (la zodiac) porque el barco del abuelo es otra cosa. Claro, en el barco del abuelo no te dejan conducir pero en la zodiac el abuelo Julio te lleva con él al timón. Eso sí, no paras de decirle "abuelo, despacio". Dice tu madre que esto de la prudencia te viene del lado paterno. Pues no esta de mas la prudencia por estos lares, porque no es precisamente una costa para principiantes. El Parque Natural de la Magdalena o el Estrecho de Bonifacio tienen su miga. Os lo dice la abuela, que lleva surcados muchos mares. Por eso Pablo, que es prudente, pone cara de capitán cuando el abuelo leva anclas y decide seguir navegando. ¿Que como es la cara de capitán? Ceño fruncido y ojos mirando al horizonte con insistencia. Y es que la mar por estas latitudes no puede perderse de vista ni un segundo. Hay que llevar cara de capitán continuamente.

1 comentario:

Sabor Añejo dijo...

Que pasada de viaje, que encanto, y además disfrutando con los nietos...
Te deseo que el siguiente del que hablas sea igual de placentero.

Un abrazo