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28/9/12

La Adaptación de Jorge

¡Que cosas tiene la modernidad! Ahora cuando los peques empezáis a ir al cole no lo hacéis como la abuela o vuestros padres, que te llevaban una mañana sin comerlo ni beberlo y ¡zas! allí te quedabas rodeada de  seres vestidos de negro y con la cabeza tapada que, por mucho que lo intentaran evitar daban bastante yuyu, hasta la tarde. 

No, ahora además de no haber seres extraños, os van metiendo poco a poco en el ambiente, como para no molestaros, mediante lo que llaman "semana de adaptación".

Consiste en que, durante la primera semana, solamente permanecéis en el cole 90 minutos que se distribuyen de 9.30 a 11,00 horas la mitad de los alumnos y de 11,30 a 13,00 horas la otra mitad. Consiste también en estresar a los padres que trabajan desde las 8,00 hasta las ...... buscando abuelos que puedan llevar y recoger a los infantes. Y consiste, finalmente, en angustiar a esos infantes que no entienden para que les dejan en un sitio desconocido, con gente desconocida que llora a rabiar, durante un tiempo tan corto que no da tiempo a jugar a nada ni a hacer amigos.

El año pasado le tocó a Pablo. Este año ya estaba suficientemente adaptado y entró al cole desde el primer día encantado de reencontrar a sus amigos (Víctor, Mencía.....) y contarles (con esa lengua de trapo tan divertida que tiene ahora) todo lo que había hecho en vacaciones. 
No creáis, no todos los ex alumnos después de un curso escolar se han adaptado del todo. Hubo una niña en la clase de Pablo que parecía poseída como en la peli de "El Exhorcista", tuvieron que dominarla entre dos profes....pero no es lo normal. 

Este año el novato era Jorge. El primer día entró contento, la abuela le dejó en su aula rodeado de juguetes, encantado. Algo debió pasar en el intermedio porque cuando regresó con el abuelo a las 11,00 a recogerle lloraba como si, de verdad, le ocurriera algo. Fue vislumbrar al abuelo y, haciéndose sitio entre las piernas de los varios adultos que estábamos en la puerta esperando, tal como si fuera un explorador cortando maleza en la selva, trepó hasta el cuello del abuelo y se quedó allí, pegado como una lapa......No dejó de llorar hasta que, ya bastante alejados del colegio, vio una juguetería y exigió como precio de su disgusto un coche amarillo (a los abuelos es fácil chantajearles).

El segundo día decidió que lo de la adaptación, para su abuela. Así que según llegó al aula, dejando a la que escribe dentro, salió huyendo hacia el patio. Hubo que correr para pararle y allí se quedó, amarrado al duro banco de los brazos de la profe, gritando como si estuvieran torturándole. 

He de confesar que, ante sus gritos, a la abuela le falto un suspiro para pasar de adaptaciones y de cole y rescatar a su nieto. El sentido de la responsabilidad lo evitó. Se fue compungida a tomar un café con churros y a las 11,00, puntual como un reloj, estaba de nuevo esperándole. 

Y ¡sorpresa! esta vez no lloraba. Ni corrió despavorido hacia el abuelo....ni hubo que comprarle nada......Y desde entonces hasta hoy que ya no hay adaptación y se queda en el cole hasta la tarde......

Ahora han cambiado las cosas. 

Después de la adaptación Jorge entra en el cole feliz como una perdiz. Es el cole quién llora cada mañana cuando le ve llegar.......

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