A la abuela le gusta el Metro. Porque es cómodo, porque es rápido, porque es barato pero, sobre todo, porque es divertido.
Casi todo el mundo corre. No se muy bien por qué, ya que el tren no va a llegar antes por mas que atropelles a los ancianos o cuasi ancianos en las escaleras mecánicas y en los pasillos. Pero debe ser que cuando uno baja las escaleras de entrada le entra una prisa tremenda por salir otra vez y, ¡hala!, ¡a correr!.
Cuando entras al tren ves gentes de todo tipo. La señora aspirante a megapija que viene del Teatro cubierta de visón, el estudiante enchufado al ipod, el ejecutivo que repasa sus documentos, la mamá pendiente del bebé, el turista despistado.....todo tipo de personas y personajes.
Muchos llevan un libro que van leyendo durante el trayecto. Dirán las estadísticas que en este país no se lee. Pues los cuatro que lo hacen es durante sus trayectos en el Metro. He visto leer desde un Tratado de la Edad Media en España hasta la última novela de Vargas Llosa.
De vez en cuando, en cualquier estación, entra un músico o un titiritero. Es sorprendente su cálculo del tiempo. Digo yo que si serán ingenieros o matemáticos porque entran, montan el chiringito correspondiente (equipo de música como si se tratara de un karaoke, estaribel para las marionetas u lo que corresponda) hacen su número, recogen, pasan la gorra y, en la siguiente estación, se bajan. Sorprendente, ya os digo.
También hay enamorados. Les hay adolescentes, derrochando amor, manchando de amor. Y, todo hay que decirlo, dando envidia al resto del personal. Ya llegaréis a ello. Eso espero, ¡es tan bonito el primer amor!. Otros son un poco mas maduritos imitando a los adolescentes. Cuando les veo no puedo dejar de pensar que son amores clandestinos. Es que no me cuadran dos cuarentones/cincuentones imitando a los adolescentes, pero alomejor me equivoco y es que soy una novelera o una antigua. Y luego están las parejas de ancianos que no derrochan tanto amor pero que, para la abuela, son el verdadero amor. Arrugados, patosos, pero compartiendo vida y asiento (cuando les dejan sentarse) en el metro. ¡Que bonito!. Estos si que son para envidiar.
Y así, observando, he llegado a mi estación de destino. Salgo del tren y comienzo a recorrer pasillos, subir escaleras.....al final creo que he caminado casi lo mismo que si hubiera ido andando.
Pero ha sido mucho mas entretenido.
Si, me gusta ir en Metro.
Casi todo el mundo corre. No se muy bien por qué, ya que el tren no va a llegar antes por mas que atropelles a los ancianos o cuasi ancianos en las escaleras mecánicas y en los pasillos. Pero debe ser que cuando uno baja las escaleras de entrada le entra una prisa tremenda por salir otra vez y, ¡hala!, ¡a correr!.
Cuando entras al tren ves gentes de todo tipo. La señora aspirante a megapija que viene del Teatro cubierta de visón, el estudiante enchufado al ipod, el ejecutivo que repasa sus documentos, la mamá pendiente del bebé, el turista despistado.....todo tipo de personas y personajes.
Muchos llevan un libro que van leyendo durante el trayecto. Dirán las estadísticas que en este país no se lee. Pues los cuatro que lo hacen es durante sus trayectos en el Metro. He visto leer desde un Tratado de la Edad Media en España hasta la última novela de Vargas Llosa.
De vez en cuando, en cualquier estación, entra un músico o un titiritero. Es sorprendente su cálculo del tiempo. Digo yo que si serán ingenieros o matemáticos porque entran, montan el chiringito correspondiente (equipo de música como si se tratara de un karaoke, estaribel para las marionetas u lo que corresponda) hacen su número, recogen, pasan la gorra y, en la siguiente estación, se bajan. Sorprendente, ya os digo.
También hay enamorados. Les hay adolescentes, derrochando amor, manchando de amor. Y, todo hay que decirlo, dando envidia al resto del personal. Ya llegaréis a ello. Eso espero, ¡es tan bonito el primer amor!. Otros son un poco mas maduritos imitando a los adolescentes. Cuando les veo no puedo dejar de pensar que son amores clandestinos. Es que no me cuadran dos cuarentones/cincuentones imitando a los adolescentes, pero alomejor me equivoco y es que soy una novelera o una antigua. Y luego están las parejas de ancianos que no derrochan tanto amor pero que, para la abuela, son el verdadero amor. Arrugados, patosos, pero compartiendo vida y asiento (cuando les dejan sentarse) en el metro. ¡Que bonito!. Estos si que son para envidiar.
Y así, observando, he llegado a mi estación de destino. Salgo del tren y comienzo a recorrer pasillos, subir escaleras.....al final creo que he caminado casi lo mismo que si hubiera ido andando.
Pero ha sido mucho mas entretenido.
Si, me gusta ir en Metro.
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